Mi padre y yo
Hoy no escribo yo. Mi padre me envía un artículo publicado en su blog y me he sentido tan identificada que le he pedido que se publique en el mío. Creo que en sus palabras se reflejan sentimientos míos y me ha parecido la mejor manera de deciros que los últimos resultados han sido muy buenos y esperanzadores. Hasta septiembre no tengo que volver. Es el momento de daros las gracias. El orden de preferencia en el agradecimiento no existe. Todos tienen la misma importancia; es a todos.
Mis doctoras, Belén y Ana, (les debo la vida), mis enfermeras ¡guapas y profesionales!… y amigas, Lucía (ella sabe lo que le debo), María Ángeles, Ana, mi internista, otorrino y con él Lorena. Pero hay agradecimiento al equipo de profesionales que me dan las citas, que me reciben y me organizan tan complejas pruebas. ¡Qué bien lo hacen y qué bien me siento con ellas! Como todos los que están detrás del público manejando esas máquinas poderosas que dan su veredicto. Una de las ventajas de estar enfermo, alguna tenía que haber, es conocer a gente que superan con creces lo que de ellos esperan. Esta gente que a veces parecen serios, siempre tienen la actitud adecuada, siempre, y después de fijarme bien en ellos descubría que llevan alas. Sí, son ángeles o por lo menos yo he descubierto sus alas.
A mis lectores y seguidores ¡Qué deciros! ¡Gracias! y no me dejéis. Formáis parte de mi anatomía y habéis entrado en lo profundo del alma. También tengo que dar las gracias a todos mis compañeros de enfermedad con los que la complicidad y el intercambio nos ha hecho ser más fuertes. No sigo porque me emociono así que os dejo lo que ha escrito mi padre, que hago mío.
alejandradavila.es
17 junio 2017
Los «zaratrones»
EL CÁNCER Y EL MECENAZGO. LOS ZARATRONES
Es una lucha contra el tiempo. Todos lo saben. Investigación, inversión, financiación, mecenazgo. Y tiempo. Todo es poco para poder llegar a tiempo antes de que pueda contigo. El cáncer es una enfermedad traidora; su traición se confirma cuanto más se le conoce. Actúa con alevosía. Cuando se le ataca parece muerto para reaparecer en cuanto le das confianza. Se esconde en los pliegues más recónditos, en las arrugas internas, y penetra en el alma intentando quebrantar tu resistencia y fortaleza. Es un enemigo peligroso que nunca sabes cómo reacciona. Es necesario sacarlo de sus escondrijos. Médicos e investigadores cada día saben más y podrán cerrar definitivamente sus vías de escape. Acabarán con él. Una carrera contra el tiempo en la que miles de corredores esperan en la línea de salida sin saber cuántos podrán terminar el recorrido. Todo lo que se haga y se invierta es poco.
Solo el que ha recorrido las salas de quimioterapia y ha visto los ojos de los radiados sabe lo que se esconde tras sus pupilas. Los ojos de los enfermos, hundidos y sin brillo, ganan en profundidad y belleza porque ven más allá de la perspectiva de la compasión. Miran el horizonte de la esperanza donde se esconde la solución, escudriñan cada paso que les conduce al optimismo.
Don Amancio Ortega Gaona
Es hora de darnos cuenta de que sus heridas son una permanente ofrenda a la curación de todos, para mejorar el futuro. Un enfermo colabora, con los que lo están y con los que están sanos. Sus cuerpos son laboratorios en busca de soluciones. Ayudan más de lo que en ocasiones les ayudamos. Y lo necesitan porque afecta al cuerpo y al alma. Esta muere a veces antes que el cuerpo. Por falta de curación, por falta de alivio, por falta de consuelo, porque se acaba la esperanza. Si alguien es capaz de curar, aliviar o dar consuelo que lo haga. Es urgente y necesario.
Amancio Ortega Gaona, fundador y dueño de Inditex ha querido colaborar con la curación, el alivio y el consuelo. 320 millones de euros donados a la sanidad pública para renovar el equipamiento contra el cáncer. Junto a su gesto humano y sincero, la grandeza del corazón del hombre, hemos visto lo que considero la más baja y rastrera actitud del ser humano. Un grupo que dice pertenecer a una federación, o algo parecido, en defensa (?) de la Sanidad pública y que se autocalifican como ‹‹progresistas›› critican el gesto y rechazan la donación. Una reacción repugnante. Los calificativos que a uno le vienen a la cabeza los conocen ustedes de sobra. Mejor no decir nada por respeto a los enfermos y a su esperanza. Repugnante progresismo sin argumentos que utilizan el dolor humano para hacer su escandalosa política. Repugnante política la que dice: ‹‹No me gustan las dinámicas tercermundistas del millonario que regala dinero al sector público para hacer un hospital›› o ‹‹limosna de millonario››. Sepulcros blanqueados que ni sienten ni padecen sino que usan el dolor y la enfermedad en beneficio de sus ‹‹políticas››.
Sí, son palabras de Pablo Iglesias líder de un partido político llamado Podemos. Sí, aquí en occidente, en España. Así se las gastan estos sanadores de la sociedad.
Cuerpos cansados de duros tratamientos, el alma humana dolorida, estupefactos los enfermos que esperan la mejor máquina, el último avance: la curación. Estos personajes que califican de limosna de millonario el gesto de un hombre bueno no curan, no alivian, no dan consuelo.
Podemos hablar de todas las políticas sanitarias que quieran, discutir la bondad de cada una, sobre todo el hecho de que cada Comunidad Autónoma dirija su Sanidad, pero mientras haya un enfermo de cáncer, de la gravedad que sea, hay una esperanza más fuerte y respetable, una esperanza en la vida, que tiene más fuerza y sentido que la de la persona más sana del mundo. No frustremos esperanzas. No escandalicemos negando la mano del amigo. Yo estoy dispuesto a recoger cualquier limosna para seguir alimentando la esperanza de los que saben que luchan contra el tiempo y que si la máquina no llega ellos quizá tampoco.
Entre las espinas una flor. Una esperanza. Merece la pena luchar y agradecer.
El optimismo y sentido del humor ya ha puesto nombre a las máquinas que ha donado D. Amancio Ortega: los zaratrones. Me cuentan que en algunas tiendas ZARA se acerca la gente a, de manera testimonial, mostrar su agradecimiento. Me apunto a ello.
Lo esencial del ser humano habita en el corazón, en la intimidad. Es la intención del corazón lo que cuenta. No hay mejor política de Sanidad que las buenas intenciones materializadas por cada uno en función de sus posibilidades. Gracias al gesto de D. Amancio muchos se curarán, otros vivirán más y mejor y sobre todo la grandeza de la condición humana vuelve a aparecer. Todavía queda misericordia que es incluso más deseable que el sacrificio.
Rafael Dávila Álvarez (R.)
Blog: generaldavila.com