Entre silencios vuelvo…, me quedo con el “si al hablar no has de agradar será mejor callar”; demasiado dolor.
He conseguido construir una estructura dura ante mí, parezco fuerte, invencible, todos admiran mi presencia como si de una heroína se tratara empuñando la espada ante cualquier enemigo y sonriendo a las adversidades sin miedo alguno.
He logrado ponerme en pié cada mañana y proponerme comerme el mundo y seguir, ¡no hay contrincantes!, quedaron atrás, estoy sola en el camino.
He conseguido hacer olvidar a muchos que he rozado la muerte de cerca, quitar de sus miradas el gesto de pena y piedad, de compasión.
Pero ¡cuánto dolor! ¿Dónde está aquella Jana de la que nací. Aquella mujer que dejaba estelas a su paso y brillaba ante la oscuridad. ¡Cuánto dolor, cuanta inseguridad!
Noto manos que se soltaron, quizás mis manos sudadas de cansancio hicieron resbalar tanto calor contenido y por ello se quedaron en el camino, pero las echo en falta.
Quizás sea egoísta, me siento sola y no es justo para los que me quieren y permanecen a mi lado, pero si necesitar es serlo, lo soy.
Continuo el camino, un camino lleno de amapolas rojas que se entrelazan por mis brazos, flores en forma de hilos que acarician mi alma; hilos rojos del destino que busco en la desesperación del vacío que el cáncer ha traído a mi vida; hilos que rodean mis suspiros y me dan voz ante mi silencio.
Seguimos juntos, unidos por ese hilo rojo y en busca de los que están por llegar.
Siempre SEGUIMOS.
Alejandra Dávila. (Jana).
25 marzo 2019