ENTRE SILENCIOS VUELVO… Alejandra Dávila

photo-2019-03-25-12-34-16.jpgEntre silencios vuelvo…, me quedo con el “si al hablar no has de agradar será mejor callar”; demasiado dolor.

He conseguido construir una estructura dura ante mí, parezco fuerte, invencible, todos admiran mi presencia como si de una heroína se tratara empuñando la espada ante cualquier enemigo y sonriendo a las adversidades sin miedo alguno.

He logrado ponerme en pié cada mañana y proponerme comerme el mundo y seguir, ¡no hay contrincantes!, quedaron atrás, estoy sola en el camino.

He conseguido hacer olvidar a muchos que he rozado la muerte de cerca, quitar de sus miradas el gesto de pena y piedad, de compasión.

Pero ¡cuánto dolor! ¿Dónde está aquella Jana de la que nací. Aquella mujer que dejaba estelas a su paso y brillaba ante la oscuridad. ¡Cuánto dolor, cuanta inseguridad!

Noto manos que se soltaron, quizás mis manos sudadas de cansancio hicieron resbalar tanto calor contenido y por ello se quedaron en el camino, pero las echo en falta.

Quizás sea egoísta, me siento sola y no es justo para los que me quieren y permanecen a mi lado, pero si necesitar es serlo, lo soy.PHOTO-2019-03-25-12-34-26

Continuo el camino, un camino lleno de amapolas rojas que se entrelazan por mis brazos, flores en forma de hilos que acarician mi alma; hilos rojos del destino que busco en la desesperación del vacío que el cáncer ha traído a mi vida; hilos que rodean mis suspiros y me dan voz ante mi silencio.

Seguimos juntos, unidos por ese hilo rojo y en busca de los que están por llegar.

Siempre SEGUIMOS.image001

Alejandra Dávila. (Jana).

25 marzo 2019

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¡QUIÉN SABE! Alejandra Dávila

IMG_5526Últimamente estoy leyendo mucho. Ando entre vagones despistada metida en historias que me enganchan y me llevan al límite de las paradas en las que tengo o tendría que bajarme y apenas reparo en ellas por puro despiste.

Estoy leyendo testimonios de personas que como yo han acariciado la muerte de cerca.

Vida y muerte: que cruda contradicción, estamos y nos vamos, y así sin mas no volvemos a ver; tan solo permanecemos vivos en las almas y en los corazones de los que nos han querido y seguiremos vivos mientras mantengamos sus recuerdos, nuestros recuerdos.

De todas las experiencias que he leído estos días me ha llamado la atención la de Miguel Ángel Tobías cuando cuenta como sobrevivió a un envenenamiento tras conseguir salir de su cuerpo y mantenerse inerte hasta que recibió ayuda.

Yo he pasado por eso. Me cuesta hablar de ello porque soy una persona que cree muy poco en esas cosas, soy muy cruda a la hora de pensar en que morimos y nos vamos sin más, pero no puedo negar lo evidente. Yo me salí de mi cuerpo y me vi desde arriba, me partí en dos, un cuerpo sufría y agonizaba, perdía el conocimiento, mi cabeza no se mantenía en pie, mis brazos morían entre las piernas que ya sin fuerza no me podían mantener mientras el otro cuerpo, absorto, observaba desde arriba horrorizado y recuerdo como me decía a mi misma: ¡Que mal estoy!

Era como ver una película proyectada en mi misma, veía a mi hija agarrándome, a médicos, enfermeras, auxiliares, celadores…, y yo seguí mirando pasmada y volvía a repetirme: Madre mía, ¡sí que estoy mal!

No recuerdo el sufrimiento ni el miedo, recuerdo esa paz que sentí también la otra vez que morí. Ante mis pocas creencias sobre estas cosas me quedo con eso, con que morir no duele, cuando nos vamos lo hacemos tranquilos, con paz, serenidad, placer; no hay miedo, no hay dolor.Nada.

He comenzado hace unas semanas a hacer yoga, creo que ante mi incredulidad de todo lo vivido el ser humano está cerca de conseguir cuidarse desde fuera, llamarlo, meditación, concentración, supervivencia….,¡quién sabe! Seguiré leyendo y si tenéis experiencias que compartir os espero.

Todo mi cariño como siempre.

SEGUIMOS.

Alejandra Dávila.

19 noviembre 2018

 

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¿MORIR O VIVIR? ¿UN SUEÑO, UNA REALIDAD? Alejandra Dávila

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Toca escribir…despertar el ánima que vive en mí y me atormenta a cada momento. Ese ánima que cual vagabundo se pone a la cola de otras, pero se echa hacia tras porque sabe que aún no es su momento.

Estos días he escuchado testimonios de personas que, como yo, acariciaron la muerte en algún momento de su vida. Trato de guardar silencio y escuchar; al haber muerto yo en dos ocasiones trato de comparar, de intentar sentir lo mismo, recordar cómo el fin se apoderó de mí en forma de último suspiro y cómo me agarré tan fuerte a la vida que no permití que ocurriera. Recuerdo esa paz, esa sensación de placer difícil de explicar. Recuerdo calor a pesar de que mi cuerpo estaba congelado, recuerdo tranquilidad, relajación, un TODO VA A IR BIEN…, a pesar de morir con los gritos de mi hija clavados en mis tímpanos.

Las historias de los demás me sobrecogen, morir es sencillo, es solo dejarte llevar, volver es lo jodido, luchar con tus puños cerrados ante la oscuridad, una lucha a ciegas en la que no puedes avanzar sin ser valiente porque desconoces lo que vendrá.

No vi luz alguna; esa es mi verdad, no vi familiares ni conocidos; sí vi mi alma llorar y los sentimientos revueltos que peleaban entre vivir o morir, luchar, seguir aún estando una parte de mi que se sentía cansada y quería partir.

Cuando me vi desde arriba, en un flotar irreal, que presenciaba lo dura de la realidad en la que me despedía, así sin más, sin pedir permiso, pegué un golpe ante el miedo y grite ¡¡¡NOOOOOO!!!, todavía no. Entonces abrí los ojos y volví a sentir. Lo de

SEGUIMOS🤜

ALEJANDRA DÁVILA

7 noviembre 2018

 

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UN BORRÓN EN EL CRISTAL. Alejandra Dávila

PHOTO-2018-10-26-09-56-11No es fácil describir una historia; lo bonito se hace sencillo ante los ojos de los que te ven. Las sonrisas dibujan párrafos de sensaciones que te salpican y pintan sonrisas en los rostros de aquellos que te leen.

Las historias tristes no dejan risas sino llantos, pero enseñan a ver la vida tras un cristal con el vaho que deja tu aliento al mirar tras él.

Tus manos limpian el vaho, todo se ve borroso, pero se ve y a veces ese pequeño rastro de luz es lo único que uno necesita para seguir y tratar de encontrar el camino.

¿Qué es el Cáncer si no un borrón en un cristal?, que pasó de ser transparente a medio oscuro. Cualquier enfermedad o situación niebla toda la luz que hay ante ti: miedo.

No lo tengáis; el miedo es solo el arma que esa situación utiliza para no dejarte seguir y luchar; yo perdí el miedo cuando dejé de ver a través del cristal y empecé a mirar a través de mi alma.

Estos días siento la necesidad de escribir, lo noto mi corazón desbordado. Noto el famoso vaso de la vida que con las últimas gotas rebosó. Trato de ver que queda de mí y que puedo dar al que me quiere y me cuida.

A veces pienso que me he centrado tanto en vivir que he olvidado al que vivía cogido de mi mano. He avanzado tan rápido y con tanta prisa que los he dejado a mitad de camino. Debo volver en su busca, no es justo haber caminado junto a ellos y ahora dejarlos descasar sin mí.

Solo quiero vivir, vivir, andar descalza por Madrid, reír a carcajadas sin motivos, que te miren y piensen que estoy loca y que me dé igual la locura en mi mirada.

Solo quiero seguir, no perderme en la oscuridad, limpiar el vaho de los cristales con los puños de mis manos desnudas mientras mi alma grita y grita ¡¡¡QUIERO VIVIR!!! Loca de mí si lo consigo y pobre de mí si no lo intento.

¡¡¡SEGUIMOSSSSS!!!

Alejandra Dávila

29 octubre 2018

 

 

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SIEMPRE HAY ALGUIEN QUE NECESITA ALGO DE TI

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No existe ni la ausencia ni el olvido en el alma de los que te quieren y recuerdan. Hoy regreso al blog después de un largo paréntesis. Largo o corto lo que importa es poder volver y estar… y ser. … Seguir leyendo

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EL HILO ROJO Alejandra Dávila (Jana)

IMG_8438Siento haber tardado tanto en volver a escribir. Tratar de normalizar una vida comienza por intentar olvidar la causa por la cual cambió. Por un lado escribir desahoga mi alma pero por otro me entristece porque para contar la verdad de mi vida he de parar en detalles que a veces duelen y me hacen detenerme a reflexionar. Eso en ocasiones es muy bueno pero otras duele tanto que cuesta hasta respirar.

Es curioso como es el ser humano; actuamos por impulsos y sensaciones, por amor o dolor, sonrisas o tristezas. Nunca pensé que aprendería tanto de vosotros, de la vida, pues cada uno de vosotros sois vidas que luchan por sobrevivir, por ser, por estar y por la felicidad; así, sin más.

Os cuento esto y os doy las gracias por mi página hechoconilusion que nació de eso, de una ILUSIÓN por seguir, por crear y ocupar espacios oscuros a los que el cáncer te arrincona y desnuda para dejarte ahí tirado, malherido…IMG_8437

Cada día me siento en mi pequeño rincón de mi nuevo y maravilloso trabajo y os leo. Me pedís cosas no para presumir ni enseñar en el trabajo, cosas especiales para regalar, personalizar, para demostrar que es para ti y no para todos. Me contáis vuestras historias, vuestras soledades, desamores, amores, enfermedades y me confiáis el deseo de crear solo cosas bonitas que emborronen el sufrimiento y lo llenen de colores y cosas maravillosas; para olvidar que es malo y feo y que sea bueno y bonito. ¡Qué afortunada me siento! Soy como una maga que trata, desde mi humilde rincón, hacer realidad vuestros deseos.

Hace poco en uno de mis pedidos descubrí la Leyenda del Hilo Rojo.

Esta leyenda dice «QUE LAS PERSONAS DESTINADAS A CONOCERSE ESTÁN CONECTADAS POR UN HILO ROJO. ESTE HILO NUNCA DESAPARECE Y PERMANECE CONSTANTEMENTE ATADO A SUS DEDOS, A PESAR DEL TIEMPO Y LA DISTANCIA. NO IMPORTA LO QUE TARDES EN CONOCER A ESA PERSONA. EL HILO SE ESTIRARÁ HASTA EL INFINITO PERO NUNCA SE ROMPERÁ. SU DUEÑO ES EL DESTINO».

Todos vosotros lleváis ese hilo rojo que conecta hasta mi y por lo que sea el destino tenía que unirnos.

Sigo bien, en mi lucha, en mis días oscuros y días de luz.IMG_8436

¡Gracias! ¡Seguimos!

Alejandra Dávila (Jana)

Blog: alajendradavila.es

 

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¿NORMALIDAD O TODO SIGUE IGUAL? Alejandra Dávila López

La vuelta a la normalidad está siendo más complicada de lo que pensaba. Normalidad es sinónimo de seguir con lo vivido, pero cuando tú no eres la misma y no eres dueña de aquella normalidad, monótona, rutinaria, pero normalidad, todo se desmorona y se complica.

Uno piensa que después de sufrir tanto, disfrutar es más sencillo. Cualquier cosa por pequeña que sea te va a llenar la vida. No es exactamente así. Eso es  simplemente intentar deformar la realidad para creerte lo que no es. ¿O estaré equivocada? Una cosa es sentir y sufrir y otra es olvidar la cruda realidad, incluso el dolor que te acompaña de manera permanente. Yo quiero luchar, pero no voy a engañarme ni engañar a nadie. Cuando pierdes tanto y te conformas con tan poco es complicado mostrar una desbordante alegría. Sí. También es difícil poder explicarlo. Cada mañana me levanto queriéndome comer el mundo y según pasan los días me he dado cuenta de que el mundo me come a mí. Me siento pequeña entre la multitud; me siento como mi voz, baja, sin luz, sin volumen… ¿sin importancia?

No he perdido el miedo. Necesito tiempo…, sentirme segura, perder el permanente pensamiento en lo mismo: la enfermedad. Resulta complejo perder el miedo a morir, pero no sé si es peor tener miedo a vivir con este lastre, miedo a no saber hacer y ser feliz, a los cambios que ha pegado mi alma y mi cuerpo, miedo a no conformarme con poco y querer demasiado, miedo a ser sincera, a no querer a quien no me haga feliz. Miedo a ser incluso egoísta porque quiero más. Lo quiero todo, ser feliz, llenar mis huecos vacíos, exprimir todo al máximo; el todo o el nada, el blanco o el negro…

Apenas quedan días para las pruebas. La libertad dura poco cuando tienes Cáncer. Dura lo justo para controlar que tu interior no cree huecos donde pueda esconderse.

De nuevo incógnitas, incertidumbre, miedo. Esperar, vivir, seguir…

Ya no sé si esto es la normalidad, que todo sigue igual, o existe otra forma de encarar esta traidora enfermedad que te está esperando camuflada entre las horas felices.

SEGUIMOS…

Alejandra Dávila López

24 agosto 2017

Blog: alejandradavila.es

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RECUERDOS… Alejandra Dávila López

Recuerdos…

Cuando era pequeña siempre quise tener pueblo. Envidiaba a mis compañeros y amigos cuando llegaban las vacaciones, o simplemente los  fines de semana, y se despedían con el ‹‹me voy a mi pueblo››. Yo soñaba con aquello, pero me iba a mi casa sin más. Pensaba que era una emoción, un cambio de aires, paseos salvajes, ser niño de verdad, aires frescos fuera de la ciudad.

El caso es que cumplí mi sueño y con esfuerzo y la ilusión de mi familia nos compramos una casita en la montaña de Alicante. ¡Ya tengo pueblo, pensé ! Es donde estoy ahora mismo, en mi pueblo, mi hogar de ilusiones. He tardado en volver después de mi enfermedad pues cuando te encuentras tan mal necesitas la seguridad de tener cerca un hospital y aquí estás un poco alejado. Pero ahora me siento feliz, segura y persona de nuevo.

Todo esto viene a que hoy bajando de mi pueblo por una carretera que tiene bastantes curvas me he cruzado con el cura del pueblo; hemos tenido tiempo de saludarnos porque esta carretera requiere ir despacio con lo que además de disfrutar del paisaje puedes ver uno a uno al que sube y baja por ella. Es curioso pero el cura es negro, negro como el carbón, como la noche; y no es broma, negro de noche.

La primera vez que nos vimos nos chocó y según pasaron los meses y los años formó parte de nosotros; a veces viene a vernos a casa y se toma algo, se ríe cuando le digo que si es de noche y llama a la puerta no le veo por la mirilla de lo negro que es.

Él aparte de ser el cura de mi pueblo lleva más pueblos de los alrededores y el hospital comarcal de la zona. Hoy al cruzarme con él se me ha encogido el alma, me ha crujido el estómago y he revivido aquel momento. Entenderéis el porqué.

Cuando me ahogué en la calle y me recogió la ambulancia me llevaron a ese hospital de la zona. Estando en la UVI y con la traqueotomía ya hecha no podía hablar, solo mi mirada encogida buscaba en los rostros un poco de piedad. Por lo que luego me contó, el cura se enteró de que yo estaba allí y me buscó… Yo no quitaba mi mirada del pasillo y lo vi pasar… tan negro como siempre, y le escuché que decía.

-No es ella.

Me miraba; yo le miraba; estaba tan desfigurada, hinchada y desgarrada que no me reconocía. Recuerdo mover las manos, mi mirada fuera de sí para tratar de decirle que era yo.

-Se llama Jana. Repetía. Me miraba y se iba.

-No es ella. Volvía a repetir.

Cuando pasó de nuevo moví el cuerpo entero, manos, piernas y entró. Me miró y note como me encontró en mis ojos llorosos y en mi impotente respirar…

Recuerdos, solo recuerdos que ahora firman parte de mi vida. Imborrables y agradecida a cosas como esta. Encontrarte a quien te calma en momentos de sufrimiento. Un amigo. Aunque en principio no me veía. Ahora me río recordando lo que yo le bromeaba.

Padre Juan no llame a casa de noche que si miro por la mirilla no le veo. Él al final si me vio. Los ojos del alma no estaban ciegos. Era una esperanza. Estoy bien, aprendiendo a vivir mi nueva vida siempre acompañada del miedo. Pero he dado el primer paso hacia la libertad. Estoy en mi pueblo, mi hogar, mi cura negro y mis recuerdos. Empiezo a ver sin darle mucha importancia a los afanes de la vida. Un pueblo pequeño te enseña muchas cosas, entre ellas dejar los agobios e ir con calma, día a día.

En un pueblo hay pocas cosas que contar, pero son muchas las cosas para quedarse allí en lo intemporal. Tengo pueblo, amistad y se abre la esperanza. La vida empieza a caminar de nuevo.

¡SEGUIMOS!

Alejandra Dávila López

Blog: alejandradavila.es

7 julio 2017

 

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MI PADRE ME PONE VOZ (Alejandra Dávila López)

Mi padre y yo

Hoy no escribo yo. Mi padre me envía un artículo publicado en su blog y me he sentido tan identificada que le he pedido que se publique en el mío. Creo que en sus palabras se reflejan sentimientos míos y me ha parecido la mejor manera de deciros que los últimos resultados han sido muy buenos y esperanzadores. Hasta septiembre no tengo que volver. Es el momento de daros las gracias. El orden de preferencia en el agradecimiento no existe. Todos tienen la misma importancia; es a todos.

Mis doctoras, Belén y Ana, (les debo la vida), mis enfermeras ¡guapas y profesionales!… y amigas, Lucía (ella sabe lo que le debo), María Ángeles, Ana, mi internista, otorrino y con él Lorena. Pero hay agradecimiento al equipo de profesionales que me dan las citas, que me reciben y me organizan tan complejas pruebas. ¡Qué bien lo hacen y qué bien me siento con ellas! Como todos los que están detrás del público manejando esas máquinas poderosas que dan su veredicto. Una de las ventajas de estar enfermo, alguna tenía que haber, es conocer a gente que superan con creces lo que de ellos esperan. Esta gente que a veces parecen serios, siempre tienen la actitud adecuada, siempre, y después de fijarme bien en ellos descubría que llevan alas. Sí, son ángeles o por lo menos yo he descubierto sus alas.

A mis lectores y seguidores ¡Qué deciros! ¡Gracias! y no me dejéis. Formáis parte de mi anatomía y habéis entrado en lo profundo del alma. También tengo que dar las gracias a todos mis compañeros de enfermedad con los que la complicidad y el intercambio nos ha hecho ser más fuertes. No sigo porque me emociono así que os dejo lo que ha escrito mi padre, que hago mío.

alejandradavila.es

17 junio 2017

 

 

Los «zaratrones»

EL CÁNCER Y EL MECENAZGO. LOS ZARATRONES

Es una lucha contra el tiempo. Todos lo saben. Investigación, inversión, financiación, mecenazgo. Y tiempo. Todo es poco para poder llegar a tiempo antes de que pueda contigo. El cáncer es una enfermedad traidora; su traición se confirma cuanto más se le conoce. Actúa con alevosía. Cuando se le ataca parece muerto para reaparecer en cuanto le das confianza. Se esconde en los pliegues más recónditos, en las arrugas internas, y penetra en el alma intentando quebrantar tu resistencia y fortaleza. Es un enemigo peligroso que nunca sabes cómo reacciona. Es necesario sacarlo de sus escondrijos. Médicos e investigadores cada día saben más y podrán cerrar definitivamente sus vías de escape. Acabarán con él. Una carrera contra el tiempo en la que miles de corredores esperan en la línea de salida sin saber cuántos podrán terminar el recorrido. Todo lo que se haga y se invierta es poco.

Solo el que ha recorrido las salas de quimioterapia y ha visto los ojos de los radiados sabe lo que se esconde tras sus pupilas. Los ojos de los enfermos, hundidos y sin brillo, ganan en profundidad y belleza porque ven más allá de la perspectiva de la compasión. Miran el horizonte de la esperanza donde se esconde la solución, escudriñan cada paso que les conduce al optimismo.

Don Amancio Ortega Gaona

Es hora de darnos cuenta de que sus heridas son una permanente ofrenda a la curación de todos, para mejorar el futuro. Un enfermo colabora, con los que lo están y con los que están sanos. Sus cuerpos son laboratorios en busca de soluciones. Ayudan más de lo que en ocasiones les ayudamos. Y lo necesitan porque afecta al cuerpo y al alma. Esta muere a veces antes que el cuerpo. Por falta de curación, por  falta de alivio, por falta de consuelo, porque se acaba la esperanza. Si alguien es capaz de curar, aliviar o dar consuelo que lo haga. Es urgente y necesario.

Amancio Ortega Gaona, fundador y dueño de Inditex ha querido colaborar con la curación, el alivio y el consuelo. 320 millones de euros donados a la sanidad pública para renovar el equipamiento contra el cáncer. Junto a su gesto humano y sincero, la grandeza del corazón del hombre, hemos visto lo que considero la más baja y rastrera actitud del ser humano. Un grupo que dice pertenecer a una federación, o algo parecido, en defensa (?) de la Sanidad pública y que se autocalifican como ‹‹progresistas›› critican el gesto y rechazan la donación. Una reacción repugnante. Los calificativos que a uno le vienen a la cabeza los conocen ustedes de sobra. Mejor no decir nada por respeto a los enfermos y a su esperanza. Repugnante progresismo sin argumentos que utilizan el dolor humano para hacer su escandalosa política. Repugnante política la que dice: ‹‹No me gustan las dinámicas tercermundistas del millonario que regala dinero al sector público para hacer un hospital›› o ‹‹limosna de millonario››. Sepulcros blanqueados que ni sienten ni padecen sino que usan el dolor y la enfermedad en beneficio de sus ‹‹políticas››.

Sí, son palabras de Pablo Iglesias líder de un partido político llamado Podemos. Sí, aquí en occidente, en España. Así se las gastan estos sanadores de la sociedad.

Cuerpos cansados de duros tratamientos, el alma humana dolorida, estupefactos los enfermos que esperan la mejor máquina, el último avance: la curación. Estos personajes que califican de limosna de millonario el gesto de un hombre bueno no curan, no alivian, no dan consuelo.

Podemos hablar de todas las políticas sanitarias que quieran, discutir la bondad de cada una, sobre todo el hecho de que cada Comunidad Autónoma dirija su Sanidad, pero mientras haya un enfermo de cáncer, de la gravedad que sea, hay una esperanza más fuerte y respetable, una esperanza en la vida, que tiene más fuerza y sentido que la de la persona más sana del mundo. No frustremos esperanzas. No escandalicemos negando la mano del amigo. Yo estoy dispuesto a recoger cualquier limosna  para seguir alimentando la esperanza de los que saben que luchan contra el tiempo y que si la máquina no llega ellos quizá tampoco.

Entre las espinas una flor. Una esperanza. Merece la pena luchar y agradecer.

El optimismo y sentido del humor ya ha puesto nombre a las máquinas que ha donado D. Amancio Ortega: los zaratrones. Me cuentan que en algunas tiendas ZARA se acerca la gente a, de manera testimonial,  mostrar su agradecimiento. Me apunto a ello.

Lo esencial del ser humano habita en el corazón, en la intimidad. Es la intención del corazón lo que cuenta. No hay mejor política de Sanidad que las buenas intenciones materializadas por cada uno en función de sus posibilidades. Gracias al gesto de D. Amancio muchos se curarán, otros vivirán más y mejor y sobre todo la grandeza de la condición humana vuelve a aparecer. Todavía queda misericordia que es incluso más deseable que el sacrificio.

Rafael Dávila Álvarez (R.)

Blog: generaldavila.com

 

 

 

 

 

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LOS RECUERDOS EN EL BOLSO

Hoy he buscado entre los bolsos guardados en el armario unos papeles que llevaba tiempo buscando. Tengo la manía de que cuando cambio de bolso cojo lo necesario y el resto lo dejo ahí, en el interior de su recuerdo. ¿Por pereza?, ¿pena?, ¿por querer dejar las cosas tal cual para que no se note que lo he cambiado?

Tenía en el armario cuatro bolsos repletos de papeles y cosas. Nunca mejor dicho ‹‹cosas››, porque la mayoría son objetos indefinibles cuando no inútiles e inservibles, pero…, un día, de repente, descubres en ellos un mundo nuevo que parecía ya pasado. Las cosas no pasan, aunque  creamos que lo hacen, quedan y vuelven. En un olor, una música o un gesto, de repente te encuentras de frente con lo que fue. Estaba enredando con los bolsos. Empecé en cuclillas vaciándolos y he terminado sentada en el suelo rodeada de recuerdos.

Olores, ¿cómo pueden permanecer ahí? He cerrado los ojos y me ha llegado el aroma del tren en el que tantas veces me he montado sola encontrándome tan mal, queriendo llegar a mi lugar, allí donde me iban, unas veces a curar, otras a aliviar.

Olores a chicle, a papel, servilletas, recetas médicas, caramelos ya sin sabor, pruebas superadas y citas pasadas que te cuesta creer que hayas estado allí… Cada cosa tenía su perfume; incluso un sonido para cada una de ellas. Si supiese escribir de cada una saldría un libro.

Todo en esta enfermedad marca tu vida para siempre.

Recogiendo cada objeto olvidado en el bolso, cada ‹‹cosa››, me venían los olores con su música a tren, hospital, urgencias, hasta de los chicles y estaciones recorridas de invierno a verano. Ya ha pasado mucho tiempo y mis bolsos guardan todas las historias vividas. Será ya para siempre. Mientras respiraba esos olores he oído de fondo la canción de una dramática película que cuando era pequeña escuchaba con con mis hermanas y llorábamos como magdalenas mientras nos mirábamos unas a otras.

«LOVE STORY»

¿La recordáis? Amar significa no tener que decir nunca lo siento. Si no  habéis visto la película preparar los pañuelos.

Y eso es lo que me da rabia: que al cáncer solo lo rodean lágrimas, sollozos, tristeza, el final…

Y yo tengo cáncer, tengo metástasis y no sé qué será de mí. Pero estoy feliz, me encuentro bien y cada día estoy más convencida de que se puede salir de aquí.

Love Story

Así que de momento me quedo rebuscando entre mis bolsos, jugando y buscando olores, recuerdos, papeles y chicles que me recuerdan que a pesar de haber pasado tanto estoy aquí y estoy ¡¡¡VIVA!!!

A la espera de las pruebas que determinarán mi futuro, por ahora no quiero ser, nunca lo seré, una ‹‹cosa›› perdida o guardada en un bolso. Hoy por hoy, como el árbol del paraíso, extenderé mi olor cada primavera resurgiendo entre tantos recuerdos. Entre ellos vosotros, gracias a los que:

¡¡¡SEGUIMOS!!!

Gracias.

Alejandra Dávila López

Blog: alejandradavila.es

24 mayo 2017

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